Silvia Cattori: ¿Está pensando usted en el control de las transacciones financieras internacionales y de los pasajeros de las compañías aéreas?
Jean-Claude Paye: Sí, fundamentalmente. No se trata sólo de una pieza del sistema de espionaje de los ciudadanos establecido después del 11 de septiembre, sino también antes de esta fecha en lo que concierne al programa de escuchas de la NSA. En efecto, a finales de 2005 la prensa estadounidense reveló que este sistema se había establecido por lo menos siete meses antes del 11 de septiembre 2001.
En primer lugar hay que recordar que la USA Patriot Act otorga al poder ejecutivo de Estados Unidos la posibilidad de controlar el conjunto de los bancos y sociedades financieras extranjeras que tenga filiales en el país. Los artículos 313 y 319 (b) de esta ley obligan a estas instituciones financieras a responder positivamente en un plazo de 120 horas a las peticiones de una agencia federal no sólo sobre las cuentas inscritas en su agencia situada en territorio estadounidense, sino también sobre los movimientos entre la cuenta estadounidense que es su objetivo y otras cuentas del banco situadas en el extranjero y, de este modo, sobre estas propias cuentas. Para conservar el derecho a tener agencias en territorio estadounidense o a tener relaciones comerciales con sociedades financieras estadounidenses, estos bancos tienen que estar certificados por el Departamento del Tesoro [estadounidense], es decir, obtener la Patriot Act Certification. Para ello deben cumplir ciertas condiciones, como la identificación precisa de sus clientes y de la procedencia de los fondos en el momento de la apertura de la cuenta. De este modo, en el espacio de la globalización financiera la USA Patriot Act otorga al poder ejecutivo estadounidense la posibilidad de vigilar y de investigar los movimientos bancarios si una parte, aunque sea residual, de estos pasa por Estados Unidos.
Esta transferencia de datos tiene lugar fuera del marco legal de intercambios de informaciones financieras entre gobiernos y a espaldas de las personas concernidas y de las autoridades de protección de la vida privada, nacionales y europeas. Como en el caso Swift (Society for Worldwide Interbank Financial Telecomunication), se trata de un sistema de relaciones indirectas entre unas empresas privadas extranjeras y su tutela estadounidense. Así, la ley estadounidense, en este caso la USA Patriot Act, tiene un carácter directamente imperial. Por medio de la decisión de estas empresas de someterse a ella se aplica directamente al extranjero y, por consiguiente, en territorio europeo.
Después, en junio de 2006, el New York Times reveló que una sociedad basada en Bélgica, Swift, transmitía secretamente el conjunto de los datos de las transacciones financieras internacionales a los servicios de aduanas estadounidenses y ello en el marco de programa de espionaje de la CIA [8]. Swift, una sociedad estadounidense de derecho belga, gestiona los intercambios internacionales de unas ocho mil instituciones financieras en 208 países. Asegura la transferencia de datos relativos a los pagos o a los títulos, incluidas las transacciones internacionales en divisas. En este caso la transferencia de datos personales es generalizada y ya no es estrechamente selectiva, como en el establecimiento de las disposiciones financieras de la USA Patriot Act de las que acabamos de hablar. Además, esta transferencia es más amplia ya que se refiere a transacciones que ni siquiera tocan el territorio estadounidense.
Desde 2002 la sociedad Swift había informado a sus autoridades financieras de tutela belgas y europeas, lo que significa que las autoridades europeas y los dirigentes de los bancos centrales estaban al corriente de este espionaje, pero que consideraron que se hacía en el marco de la lucha antiterrorista y que ellas no tenían que prevenir a sus gobiernos. Estos bancos centrales son considerados como órganos, dirigidos por Washington, de la lucha anti-terrorista. Por consiguiente, no sólo la sociedad Swift estaba en la más completa ilegalidad, sino también los bancos centrales europeos. Nunca se ha acusado a la sociedad Swift ni ha sido objeto de amonestación alguna por parte de los gobiernos y de los bancos centrales respectivos [9].
Silvia Cattori: ¿Podía esta sociedad oponerse a las órdenes de Estados Unidos ya que éstas podían permitir la detención de terroristas?
Jean-Claude Paye: Era difícil que la sociedad Swift pudiera escapar a las demandas de Estados Unidos en la medida en que su segundo servidor estaba en territorio estadounidense. Era difícil que Swift se negara, pero tenía la posibilidad de no transferir sus datos a territorio de Estados Unidos y de poder escapar así a los requerimientos de la administración estadounidense. Por consiguiente, se le puede reprochar la transferencia de datos personales a territorio estadounidense. Para transferir unos datos personales desde un país de la Unión Europea a otro que no tiene un nivel de protección adecuado había que obtener autorizaciones, respetar las reglas de protección de datos. La sociedad Swift no respetó estas reglas. La transferencia de estos datos a las autoridades de Estados Unidos era ilegal.
Prácticamente no tenemos ninguna prueba de que haya habido detenciones en el marco del espionaje de las transferencias financieras. Es sabido que no se necesita demasiado dinero para preparar atentados. El control financiero global no sirve para nada.
Silvia Cattori: Resulta chocante el silencio de los bancos centrales y de las autoridades belgas en relación a este asunto. ¿Se sancionó posteriormente a los culpables?
Jean-Claude Paye: Las autoridades europeas tenían que prohibir a la sociedad Swift, basada en territorio europeo, esta transferencia [de datos] a Estados Unidos. No había ninguna razón técnica que les obligara a transferir, de manera completamente ilegal, estos datos a Estados Unidos. Nunca se condenó a nadie.
Silvia Cattori: ¿Se pidió que cesara esta transferencia?
Jean-Claude Paye: Esto nunca se consideró. Ningún gobierno ordenó nunca a la sociedad Swift que detuviera la transmisión de estos datos a Estados Unidos. Se permitió a la sociedad Swift seguir transmitiendo los datos a la CIA, incluso después de que el escándalo fuera revelado a la opinión pública. La Unión Europea estableció después las modalidades para «legalizar» estas trasferencias ilegales hacia Estados Unidos. En junio de 2007 se firmó un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea.
Silvia Cattori: En el caso de Estados Unidos, ¿acaso no se trata de un espionaje financiero encubierto bajo la lucha antiterrorista? ¿El comportamiento de la Unión Europea en este asunto acaso no indica que esto les conviene a todos?
Jean-Claude Paye: Estas transferencias de datos permiten a Estados Unidos beneficiarse de una distorsión de las reglas del mercado puesto que las autoridades administrativas y las empresas multinacionales, que están estrechamente vinculadas con los poderes ejecutivos de Estados Unidos, tienen la posibilidad de tener acceso al organigrama permanente del conjunto de las transacciones financieras internacionales. El acceso a la red Swift completa lo que ya permite el sistema de espionaje Echelon [10].
Silvia Cattori: No se trata, por lo tanto, de medidas para llevar a cabo «la guerra contra el terror», como afirma Bush, sino de otra cosa.
Jean-Claude Paye: El objetivo principal de Estados Unidos es poner a la Unión Europea en una situación de dependencia y obligar a sus Estados miembro a plegarse a todas sus exigencias, sobre todo si éstas violan las leyes europeas. Así es como se expresa la primacía de Estados Unidos sobre las leyes europeas y como, a partir de esta primacía, se opera una transformación de nuestro derecho.
Esta primacía del derecho de Estados Unidos sobre el derecho europeo se verifica también en las medidas de control de los pasajeros de las compañías aéreas. Desde que en 2003 la administración Bush obtuvo el acceso a las terminales de las sociedades instaladas en territorio europeo, Estados Unidos está en posesión de un conjunto de informaciones sobre cualquier persona que embarque en un avión: nombre y apellidos, religión, hábitos alimenticios, número de la tarjeta de crédito, itinerario, etc. Por ejemplo, las personas que indican que no consumen carne de cerdo son susceptibles de ser consideradas sospechosas de «terrorismo» y de ser sometidas a vigilancia por parte de Estados Unidos.
La transmisión de estas informaciones contradice completamente las legislaciones europeas de protección de datos personales. Se crea, pues, una situación de hecho en la que Estados Unidos impone a los países europeos la transferencia inmediata de los datos personales de los viajeros. Esto lleva más tarde a la Unión Europea a firmar un conjunto de acuerdos para legalizar una situación que violaba su legislación. El procedimiento de la carta de compromiso unilateral por parte de Estados Unidos, que se ha utilizado tanto en el «acuerdo» sobre los pasajeros de las compañías aéreas como en el de los datos financieros, marca la emergencia de una novedad en lo jurídico: ¡los países europeos ya no discuten en tanto que potencia estatal! Estados Unidos es quien otorga o deniega determinados derechos a los ciudadanos europeos.
Silvia Cattori: ¿Reconsideraron más tarde su decisión aquellos Estados miembro que firmaron acuerdos contra natura con Estados Unidos?
Jean-Claude Paye: En lo que concierne al control de los pasajeros de las compañías aéreas, la Comisión de la Unión Europea ya ha hecho mención en varias ocasiones de un proyecto análogo. La mayoría de los dirigentes de la Unión Europea tienen en lo fundamental una postura análoga a la de Estados Unidos. Respecto al control de los pasajeros de las compañías aéreas afirmaban: «Es absolutamente necesario responder afirmativamente a las demandas de Estados Unidos que exigen a las compañías aéreas instaladas en territorio europeo transmitir las informaciones sobre sus clientes; si no, los aviones europeos no podrán aterrizar en Estados Unidos». ¡Como si la Unión Europea no pudiera tomar medidas coercitivas análogas y prohibir a los aviones estadounidenses aterrizar en territorio europeo! Los dirigentes que tiene prisa por liquidar las libertades individuales utilizan las exigencias estadounidenses para hacer lo mismo a nivel de Europa. Esto les permite debilitar a quienes quieren salvaguardar las libertades.
Silvia Cattori: ¿Reaccionarán los cargos electos el día en que se den cuenta de que todo esto lleva a una sociedad totalitaria?
Jean-Claude Paye: Estas medidas no han sido discutidas. Nunca se han discutido a nivel europeo los acuerdos sobre los pasajeros de las compañías aéreas ni los acuerdos sobre las transacciones financieras o los acuerdos de extradición firmados con Estados Unidos. No ha habido debate alguno ni en la prensa ni en los parlamentos nacionales. Cuando el Parlamento Europeo se ha ocupado de estas cuestiones ha sido para criticar o rechazar los proyectos de los acuerdos. Sus competencias a este nivel se limitan a emitir opiniones consultivas no vinculantes.
Si se quiere comprender qué tipo de relaciones de subordinación mantiene la Unión Europea con Estados Unidos, donde hay que ver las cosas es a nivel de los acuerdos de cooperación policial y judicial, a nivel de la evolución del derecho penal. Nos encontramos en una situación en la que la Constitución no regula nada en absoluto. Se violan sistemáticamente todos los principios constitucionales de los países europeos. Todas las leyes aprobadas desde hace una decena de años son contrarias el espíritu de las Constituciones nacionales. Los partidos de izquierda y el movimiento alternativo han centrado todas sus fuerzas en torno al debate sobre el proyecto de Constitución Europea, que es un elemento que tiene relativamente poca importancia en relación a los temas de los que acabamos de hablar. A partir de ahora, lo que regula las relaciones entre los Estados y las relaciones entre un Estado y sus ciudadanos es esencialmente el derecho penal. Éste sustituye al derecho internacional y adquiere ahora una dimensión constituyente en lugar de la propia Constitución.
Silvia Cattori: Entonces, ¿no lo conocemos todo?
Jean-Claude Paye: Por supuesto que no, no lo sabemos todo. Sin embargo, algunos hechos empiezan a salir a la luz. Gracias a las revelaciones de la prensa estadounidense a finales de 2005 ahora sabemos que el programa ilegal de la NSA sobre el espionaje de las comunicaciones electrónicas y telefónicas estaba ya en funcionamiento siete años antes del 11 de septiembre de 2001. Esto demuestra que el sistema de espionaje al que los Estados someten a sus propios ciudadanos no es una medida cuyo objetivo es luchar contra el terrorismo, sino luchar contra las propias poblaciones. Y que las medidas que limitan las libertades no son consecuencia de los atentados del 11 de septiembre, sino que forman parte de un sistema que ya se había establecido antes de los atentados. Simplemente, se ha acelerado este sistema represivo y se han legitimado las medidas tomadas anteriormente.
Silvia Cattori: Por lo tanto, ¿estos ataques contra las libertades que acaba usted de describir (espionaje de la opinión, espionaje financiero, control de los pasajeros de las compañías aéreas), sólo sería la parte emergente de un nuevo orden que se está estableciendo?
Jean-Claude Paye: Sí, por supuesto. La mejor prueba es el acuerdo de extradición firmado en 2003 entre la Unión Europea y Estados Unidos. De hecho se trataría de discusiones secretas que se han estado llevando a cabo durante años. Ahora bien, si hemos podido entrever una pequeña parte de estos acuerdos es porque este texto tenía que ser ratificado por el Congreso de Estados Unidos, si no, no habríamos sabido nada porque por parte europea no era necesario ratificarlo puesto que los funcionarios permanentes del COROPER* tienen plenos poderes, no están controlados por ninguna instancia europea o nacional. Desde entonces no tenemos la menor idea de qué ocurre; sin embargo sabemos que continúan en secreto unas «negociaciones» y que Estados Unidos ha formulado nuevas exigencias. Por lo tanto, sólo hemos visto emerger una parte muy pequeña de la punta de este iceberg que constituye el conjunto de discusiones y acuerdos.
Silvia Cattori: ¿Ya no se libra nadie de ser fichado?
Jean-Claude Paye: En este marco de vigilancia todos nuestros datos personales ya no nos pertenecen, pertenecen a las autoridades administrativas y a las empresas privadas. Se ponen automáticamente a disposición de los Estados. El es fin del habeas corpus, del derecho de la persona a disponer de sí misma y es también el fin de la propiedad de uno mismo. La vida privada ya no existe.
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